Oficialmente vestidos y complementados, nos repartimos las responsabilidades en cuanto al manejo de las grúas y empezamos a ligar la primera de las fachadas deseando estuviera preparada lo antes posible para comenzar con la pintura.
Trabajar en un formato tan grande y tan poco acostumbrados a ello, supuso una invasión temporal de miedo, casi inapreciable para los espectadores.
Ellos tan solo veían a unos muchachos sobre las grúas preparando una superficie que más tarde pintarían, mientras que los amalianos nos enfrentábamos a un reto: "hacer de una fachada un lienzo y de esa casa una obra de arte"
Compañeros de clase, tan solo compartiendo un espacio en un aula limitada, ahora, hechos un grupo de trabajo que para sorpresa, se complementaba de una forma tan perfecta, haciendo de largas horas de trabajo, ratos amenos con risas, bromas y carcajadas.
Grupo Amalianos |
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